And the Oscar goes to… Really? (5)

23 Noviembre 2021

 

 

Al igual que en los años 80, en los Óscar de la siguiente década compitieron títulos y rostros que continúan apareciendo en los canales televisivos y puedes encontrar en alguna plataforma de pago. Hay un consenso, más o menos general, en la justicia de los dos grandes premios (película y dirección) otorgados entonces... hasta la gala de 1999, que dejó un resultado todavía discutido. Lo vemos.

  • 1991: El arranque de la nueva década, como la anterior, vio el triunfo por partida doble de la ópera prima de un actor. Si en el 81 habían sido Robert Redford y Gente corriente, en la 63ª ceremonia el honor recayó en Kevin Costner y Bailando con lobos, que, además, dio a John Barry (Memorias de África) su cuarto y último Óscar por una banda sonora. Aspiraban también al máximo galardón dos clásicos modernos del  cine mafioso/gangsteril: la tercera parte de El padrino de Coppola y Uno de los nuestros de Scorsese.
  • 1992: Tuvimos ocasión de recomendarte El silencio de los corderos con motivo del trigésimo aniversario de su estreno. Jonathan Demme dio el pelotazo de su vida, y aún viviría un segundo momento dulce con Philadelphia, antes de perderse entre documentales, series de TV y filmes más bien flojos. Ni el controvertido drama político de Oliver Stone sobre J.F.K., ni la multinominada historia del hampa Bugsy, le pudieron hacer sombra a la pareja Clarice-Hannibal Lecter. Y un dato para la historia: La bella y la bestia, primer largometraje de animación en ser nominado dentro de la categoría «Best Picture».
  • 1993: Bailando con lobos había sido el segundo western en lograr un Óscar a la mejor película. El tercero (y último hasta la fecha) es Sin perdón, un relato crepuscular que cierra la tetralogía del Oeste que Clint Eastwood abriese en 1973 con Infierno de cobardes. Merecido, pese a los méritos de Regreso a Howards End o Juego de lágrimas.

Clint Eastwood se postuló también al Óscar al mejor actor principal por su papel de pistolero en Sin perdón. No lo ganó, pero el de actor secundario cayó en Gene Hackman, el sheriff sin escrúpulos al que se enfrenta. (Imagen: FilmAffinity).

  • 1994: Este año compite El piano, película dirigida por la neozelandesa Jane Campion, segunda mujer nominada en esta categoría (la primera fue Lina Wertmüller en 1977). También lo hace En el nombre del padre, una estremecedora denuncia del drama irlandés, basada en hechos reales, que, entre otras cosas, confirmó a Daniel Day-Lewis como el actor del momento. Pero, tras varios intentos infructuosos, la estatuilla es para Steven Spielberg gracias a La lista de Schindler. ¿La película definitiva sobre el Holocausto? Pudiera ser. Desde luego, fue la sensación del año, y todo un atrevimiento su magnífica fotografía en blanco y negro, cosa no vista desde El apartamento (1961).
  • 1995: Vamos con otro título que causó admiración, aunque solo fuese por los efectos visuales que combinaban imágenes históricas y personajes ficticios. Robert Zemeckis era un nombre conocido desde la trilogía Regreso al futuro; pero, si la medimos por el favor de la crítica y del público, Forrest Gump fue su cumbre filmográfica. Se quedaron en las nominaciones Quentin Tarantino, por Pulp Fiction, y el drama carcelario Cadena perpetua.

El papel del buenazo de Forrest Gump le valió a Tom Hanks su segundo Óscar al mejor actor consecutivo, algo que anteriormente solo había logrado Spencer Tracy en los años 30. (Imagen: FilmAffinity).

  • 1996: Mejor película y mejor dirección para el segundo trabajo tras la cámara de Mel Gibson: Braveheart, una larga (casi tres horas) pero entretenida cinta de aventuras, de corte histórico, que protagonizaba el mismo actor. La aclamada Sentido y sensibilidad de Ang Lee, se conformó con el galardón al mejor guion adaptado (de un relato de Jane Austen).
  • 1997: El paciente inglés lideraba las apuestas este año, y no defraudó. Un resultado sobresaliente para un director, Anthony Minghella, prácticamente desconocido, aunque después dejaría un par de buenas películas (El talento de Mr. Ripley, Cold Mountain) antes de fallecer en 2008. La Academia prefirió un obra de corte clásico a Secretos y mentiras, de Mike Leigh, Shine, de Scott Hicks, y, sobre todo, Fargo de los hermanos Coen (eso sí, primer Óscar para Frances McDormand).
  • 1998: Incluso antes de su estreno, Titanic se perfilaba como altamente oscarizable, tanta fue la expectación generada desde la fase de preproducción. Y así fue, convirtiéndose, además, en la primera ganadora del género de catástrofes. Y en una de las tres películas más nominada (14) y premiada (11) en la historia de los Academy Awards. Ninguna ganaba tanto desde Ben-Hur en 1960, pero con el matiz de que ésta tuvo dos nominaciones menos y se llevó la de mejor actor principal (a Charlton Heston), aparte de las de mejor película y mejor dirección. Otro dato en común es que la obra de James Cameron también recibió reconocimientos por la fotografía, banda sonora, vestuario, efectos visuales, montaje, sonido... Al cierre de la exhibición por las salas de cine de todo el mundo, era la película más taquillera de todos los tiempos. ¿Quién se acuerda ahora de que también se postulaba ese año L. A. Confidential?

La recreación del RMS Titanic y su trágico hundimiento en 1912, requirió que James Cameron incorporase efectos digitales innovadores, como haría una década más tarde con Avatar. (Imagen: FilmAffinity).

  • 1999: El resultado de la 72ª ceremonia es polémico. Ganó Shakespeare enamorado, que llegaba a la cita con mayor número de nominaciones (13), buena crítica y buen recibimiento por parte del público. Era, por cierto, la primera comedia triunfadora desde Hannie Hall en el 78. ¿Quiso la Academia recompensar la alegría, en lugar del crudo realismo de Salvar al soldado Ryan o La delgada línea roja, incluso del tragicómico mensaje de La vida es bella? La caída del todopoderoso Harvey Weinstein en octubre de 2017, reforzó la opinión de que Shakespeare in Love no habría ganado sin la campaña publicitaria y las presiones que realizó el entonces productor de Miramax. Podría alegarse que no era un comportamiento novedoso en él, ni en el medio. Pero que Hollywood negase el premio gordo al impactante drama bélico de Steven Spierlberg (decepción compensada, a medias, por el de la mejor dirección y cuatro técnicos), casi recuerda a cuando Kramer contra Kramer venció a Apocalypse Now en 1980.

Parte del equipo de Shakespeare in Love muestra seis de las siete estatuillas obtenidas en la gala de 1999. En el centro, Harvey Weinstein y Gwyneth Paltrow, Óscar a la mejor actriz principal, No está presente Juli Dench, que recibió el de actriz de reparto por 8 minutos encarnando a la reina Isabel I. (Imagen: Vanity Fair).

  • 2000: Nada que objetar a la última ganadora de la década. American Beauty, debut en largometraje de un Sam Mendes venido de la televisión, partía como favorita frente a otros títulos que se recuerdan menos: Las normas de la casa de la sidra, La milla verde, El sexto sentido, El dilema. Al actor Kevin Spacey le supuso un segundo y previsible último Óscar.

(Continuará)

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